CÓMO PUDISTE…
A lo largo de mi experiencia profesional me he encontrado varias veces con relatos de personas que han sufrido grandes decepciones y estos suelen comenzar con una pregunta con una gran sensación de impotencia… ¡cómo pudiste!, cómo no evaluaste bien…en fin…estas son preguntas que surgen cuando se ha experimentado un profundo, profundo dolor a causa de la acción o decisión de otra personay que dio como resultado un cambio irreversible en la vida…
Aún en esas ocasiones es importante mirar qué pusimos nosotros para que esa otra persona actuara como actúo y que tal vez no hizo algo “malo” pero sí tomó una decisión sin considerar el peso real y verdadero de ésta y más bien hubo un fundamento de idea más que de realidad en su decisión o un fundamento que ni siquiera logra llevar realmente a la conciencia o mucho peor aún, que, siendo realmente consciente, lo hizo igual.
Sanar de estas experiencias es muy, pero muy difícil…sanar de esos cambios inesperados y abruptos toma tal vez muchos años, pues aun cuando pase el tiempo y se haga lo necesario para sobreponerse a lo vivido, hay momentos en los que vuelve, y aunque más bien lo haga como un flashback, como un recuerdo que asalta, igualmente esta corta presencia, rememora lo vivido.
Sanar, sanar, sanar ha de ser el tema de la vida y sólo se puede sanar verdaderamente, acogiendo a ese tú que está dentro y que se duele enormemente de lo vivido.
Sí, acoger a ese tú dolido como si fueras a consolar a un niño que ha caído, acogerlo con dulzura, sin crítica, sin culpa, sin prejuicios, sin evaluaciones extemporáneas. Acogerlo en la máxima dulzura que un ser humano puede acoger a otro…
Sí, hay experiencias inexplicables, que de ninguna manera, alguien las merecía; en las que casi nada se tuvo que ver, pero que aun cuando eran inmerecidas, sí eran necesarias para encontrar un bien mayor en la vida de quien las experienció, un bien que a ratos cuesta comprender, pero que igualmente está y es.
¿Cómo pudiste? Deja de tener importancia cuando se logra llegar a la pregunta ¿para qué tuve que pasar por esto?
Si estás en un momento en que necesitas sanar y responder ¿para qué tuve que pasar por esto?, yo puedo darte una mano.