TODO TIENE UN ORDEN
Así como el universo tiene un orden, la vida tiene un orden, trascender el dolor también lo tiene.
No es posible saltarse pasos o etapas, ni es posible evitarlo, ni disfrazarlo, ni hacer como que estas bien y en realidad no lo estás. Porque el dolor no es una “penita” es una emoción que tiene un correlato corporal – como todas – que te recuerda que está presente. El dolor se genera por alguna ocurrencia trascendental en la vida, que marca un antes y un después, que es inolvidable, que te hace llorar hasta el cansancio y no por eso deja de doler.
Pero pasando esta etapa tan álgida, has de comenzar a vislumbrar la idea de volver a ponerte de pie y aun cuando al comienzo incluso esta misma idea te choque internamente, el primer paso es precisamente ese, ir generándola de a poco hasta que como idea te sea posible acogerla.
Durante este proceso, el desprejuiciar el cómo te permitirá que vayan apareciendo maneras de comenzar a levantarte que pueden ser absolutamente ajenas a lo que te causó el dolor, que van por un carril totalmente distinto, pero que serán tremendamente ayudadores a que logres salir adelante.
Una vez poniendo en práctica aquellas que te son posibles, te irás recuperando y cada vez esas estrategias posibles, serán más y más impulsadoras hasta que llegará el momento en que el dolor será un recuerdo y ya habrás podido salir de él.
La rapidez es un indicador de que más que sanar, lo que has hecho es huir. La lentitud es un indicador de que algo se ha “pegado” y no estás generando movimiento. Callar el tema es indicador de que aún te supera. Sólo sentir dolor es indicador de que algo no estás viendo y si ha pasado mucho tiempo y aún te impacta recordar, es indicador de que no has sanado y habrás de empezar por el paso más básico.
Si estás en un momento en que requieres avanzar hasta trascender tu dolor, yo puedo darte una mano.