VIUDEZ
Difícil, difícil etapa de la vida.
Dejar de tener al lado a la persona amada, con la que se compartió la vida por años, trae aparejadas algunas tareas para quien ha enviudado: aprender a vivir sin esa persona, aceptar que lo que quedó pendiente, ya quedó así; sanar los temas que no se sanaron cuando estaban juntos y, en algunos casos, llegar a que la pena de hoy (es una agitada) de paso a la tristeza (tristeza calma).
Por otra parte, los cercanos significativos de la persona que ha enviudado tienen una tarea tremendamente importante: aceptar que la tristeza del ser querido que ha enviudado durará un tiempo, seguramente más del que ellos quisieran, más del que saben manejar.
Esto último es fundamental, pues quien ha quedado sin su ser amado, además de la profunda tristeza y soledad en la que de pronto se encuentran, se les suma la presión – muchas veces no explícita – de que vuelvan a “estar bien” y esto no es posible en un corto tiempo.
En las parejas que tenían una relación armónica su mayor tristeza proviene de la pérdida de esta grata relación. En el caso de las parejas que tenían una relación más turbulenta, su mayor pena proviene de no poder volver atrás y hacer las cosas de otra manera. Pero sea como sea, son dolores que duran y que exigen a los cercanos, aprender a manejar lo que a ellos les pasa con la tristeza o la pena de su ser querido que ha quedado sin su amado.
Si estás en un momento en que has de transitar por la viudez o acompañar a quien ha quedado viudo, yo puedo darte una mano.