RABIETAS DEL ALMA
Cuando un niño hace una de aquellas llamadas rabietas, pidiendo algo que los cuidadores le están negando, lo que realmente necesita es que no le den aquello, ¿por qué? Porque lo que busca es que el adulto lo guíe, por lo tanto que no le de lo que pide y ceder a estas conductas es justamente lo contrario a guiarle.. Otra cosa es cómo manejar la situación, pero lo concreto es que darle lo que pide es, precisamente, lo que no está necesitando para vivir un mundo seguro.
Cuando un paciente con patología terminal dice que no quiere hablar de lo que le ocurre y que prefiere no tocar el tema, lo que justamente necesita es “tocar el tema”, de lo contrario se queda solo en su miedo, en su dolor, en sus conflictos, en ese silencio lacerante que sólo lo lleva a una despedida dolorosa para él y para quienes quedan a este lado de la vida.
Y con esto no digo que hay que sentarse a su lado y forzarlo a que hable, pues a veces sólo sentarse a su lado, es mucho más que nada y lentamente este gesto va abriendo la puerta a que llegue el momento en que decida hablar o a veces hablarle de lo que es para ti lo que ocurre da pie para que luego el paciente hable del momento vital en que se encuentra. La compañía cariñosa, paciente, honesta, es de las buenas compañías en este momento.
Quizás tal como al cuidador del niño le es más cómodo entregar lo que el niño pide (así deja el llanto), para quienes acompañan a una persona con dicho tipo de patología, también es “cómodo” hacer lo que nos pide “no quiero hablar”, pues en este caso, hablar con quien está a poco de partir de acá, nos enfrenta a nuestros miedos, a nuestros pendientes y es más, a nuestra muerte y a nuestra vida.
…Quizás, no querer hablar, sea una rabieta del alma…
Si estás en un momento en que necesitas entregar lo contrario a lo que explícitamente te piden y no sabes bien cómo hacer esto, yo puedo darte una mano.