DESPENSA

No por dejar de mirar lo que está ahí, lo que está ahí no existe.

Y mirarlo no siempre implica un desborde o un derrumbe y suele ocurrir que el efecto de mirar es menos dramático de lo que se fantasea y más beneficioso y aliviador de lo que se espera.

Y es que en cada uno de nosotros hay al menos dos: quien lee estas palabras y a quien le tocan o no, estas palabras.

Y es así con muchas situaciones: uno es el que hace como que todo está bien y otro que resiente eso que, verdaderamente no está tan bien.

Uno que “deja pasar” y otro que acumula todo lo que el “uno” dejó pasar. Está el que sigue adelante y el que arrastra lo que el otro, por seguir adelante, no consideró.

Y no es que hay que mirar por gusto o por masoquismo, es simplemente por sanidad y por una vida equilibrada en el hoy.

Si no te molestan, tal vez no importe ir a mirar…pero ¿realmente no te molesta?, ¿no es que algunas o muchas de tus decisiones las tomas con algún sesgo o influencia de aquello que no has querido ver?, ¿acaso parte de tus acciones no están de alguna manera sujetas a aquello que quedó allí en el baúl de los “no recuerdos”? o ¿me dirás que el color de tu vida no tiene pinceladas de aquello?

Si no quieres mirar ahora, estás en libertad de no hacerlo, pero tal vez, en honor al otro tú que está allí dentro, podrías hacer un compromiso con él y decirle que un día, cuando te sientas y sepas preparado o al menos con el suficiente atrevimiento, lo vas a ir a acoger.  Seguro sólo esto ya será un alivio…sólo que si haces este compromiso, has de cumplirlo.

Has tenido la experiencia de tener la despensa muy desordenada, procrastinar el orden muchas veces, pero un día te atreves a ordenarla y al terminar lo primero que piensas es que no era para tanto y lo segundo que te ocurre, es la placentera sensación de haber dejado ordenado.

Si estás en un momento en que quieres abrir la puerta de tu despensa interior y ordenar, yo puedo darte una mano.