LEGADOS
Hace años ya conocía a Don Juan, un señor de quién ni siquiera supe su apellido pero que, durante un año y algo más, mientras esperaba la salida del colegio de mis hijos, se acercaba al auto a conversar conmigo. Con el paso del tiempo día a día, de lunes a viernes, me fue contando su vida y terminado ese año y un poco más, había hecho un recorrido por toda su existencia de casi setenta años, apoyado en la ventana de mi auto azul.
Entre tantas cosas que me contó, tantas de tantas, me enseñó a preparar arroz graneado, me dio su receta entre medio de toda la experiencia que tuvo de niño mientras aprendía a preparar este plato…lleno de emociones, recuerdos, imágenes y colores entre medio de las cuales, develé la receta del arroz que cocino hoy.
Al año siguiente, extrañamente, no llegó don Juan al colegio y una noche, como a las diez, recibí una llamada. Era su hija. Don Juan quería hablar conmigo. Escuché su voz apagándose, ajena al entusiasmo de otrora pero sí con emoción y sólo me dio las gracias por haberlo escuchado. A las pocas horas, falleció.
Recuerdo a don Juan ahora con respeto, cariño, agradecimiento y emoción.
Él me enseñó algo inolvidable: lo que es un legado.
Hay personas que quieren quedar en la historia desde la grandilocuencia de alguna acción, pero don Juan me enseñó que una receta de arroz es también un legado.
Porque un legado es eso que dejo a otro, no necesariamente a muchos, ni necesariamente tan tremendamente grande, sino también de manera particular y solamente significativo, aun cuando sea pequeños. Es aquello que toca el corazón de quien lo recibe y que deja grabado en el alma el rostro de aquel que lo dejó posado en la propia vida.
¿Cuál será el legado que dejarás?… a veces una buena receta de arroz basta para ser recordado toda la vida por alguien…a veces una “simple” receta de arroz, es un legado.
Si estás en un momento en que quieres pensar en tu legado, yo puedo darte una mano.