DOS SILLAS
¿Te has sentado alguna vez al medio de dos sillas? Te has dado cuenta de que constantemente te estás moviendo pues es muy incómodo hacer aquello y no sólo es incómodo para quien se sienta entre las dos sillas, sino para todo su alrededor que percibe esos movimientos constantes que muestran la incomodidad.
En la vida es lo mismo cuando no decides que lado tomar frente a algo que esta misma vida te grita que has de elegir. Esto es tan poco grato como sentarse entre dos sillas: estar sin decidir o haber decidido mal, es incómodo y nocivo para quien el responsable de la elección y para su entorno que vive presenciando y sintiendo la incomodidad y mal estar del otro.
Y es que es imposible estar en dos lugares al mismo tiempo y has de estar en aquel que añoras: si crees que al morir han de dejar tus restos “allá”, si tienes ganas de comer y manifiestas que no hay nada, sólo poque no hay lo que hay “allá”, si piensas que donde más querido eres es “allá”, si no disfrutas del lugar donde te encuentras porque no es como “allá”…entonces son claros indicios de que estás en el lugar equivocado y donde debes estar es: “allá”.
Y si crees que decidiste estar donde estás, seguramente has decidido mal pues cuando se elige algo, se deja de lado lo otro y como la elección es libre, ese dejar de lado es natural, sin resquemores, más aún, es desde la alegría de haber elegido el tesoro mayor… lee bien tus propios indicadores, eso que te muestran tus dos sillas.
Otro ejemplo es si una persona deja de trabajar para dedicarse a los hijos y en las actividades con ellos está extrañando tanto el trabajo que hasta los niños lo perciben, entonces hay una mala elección o una elección a medias … también estás entre dos sillas.
En el fútbol no se puede hinchar por la Universidad Católica y de la Universidad de Chile al mismo tiempo para que ganen ambos en el mismo partido, (de uno de los dos, verdaderamente no eres hicha). Habrás de elegir qué camiseta ponerte o estarás entre dos sillas.
Y decidir qué lado tomar no implica que al comienzo sea fácil dejar el otro lado, pero al poco andar, son tantos los beneficios y bondades de aquello que realmente es lo que quiere el corazón, que aquella dificultad pasa.
¿Para qué esperar morir para estar donde quieres?
¿Para qué hacer el sacrificio de estar donde no quieres, si con ello no te haces un bien ni a ti ni a tu entorno?
¿Por qué postergar las bondades de una buena, profunda y honesta elección?
¿Por qué no elegir una de las dos sillas y sentarte cómodo?
Si estás en un momento en que has de ser consciente de tus indicadores y has de dejar una de las sillas, yo puedo darte una mano.