QUISIERA – PODRIA
Nuestro lenguaje, ese con que hablamos a otros, es también el que nos escuchamos al hablarlo y muchas veces, frente a ciertas situaciones decimos cosas como, por ejemplo: “quisiera que fuera distinto”, “quisiera poder ayudarlo más” y eso nos produce una sensación mezcla de frustración con necesidad…pero si cambias el quisiera por “podría” y dices “podría ser distinto”, “podría ayudarlo más” …tu sensación al escuchar esas frases, ¿es la misma?
Es que hemos sobrevalorado el sentir en desmedro del pensar y hemos dejado de entender que no es uno ni otro, sino que es un pensamiento sentido lo que nos ubica correctamente en el lugar donde estamos interna y externamente también.
El sentir y el pensar por sí solos, dan para el infinito: yo quisiera infinidad de cosas, de situaciones, de cambios y si te quedas en el “querer” siempre dejas subyacente esa necesidad o anhelo de lo que quiero. También puedes pensar tener o hacer miles de millones de cosas, mientras miras el cielo sentado en el balcón.
Pero de todo eso que quieres o piensas, ¿qué te es posible realmente? y cuando digo posible, quiero decir, que no sea ajeno a ti con tus capacidades, trabajos, herramientas y esperanzas.
A veces los “quisiera” – asi como los “debería” – nos ponen exigencias desmedidas y hasta irreales de cumplir.
Por ejemplo, si quieres acompañar a una persona cercana que lo está pasando mal, puedes hacerlo con certeza, según tu forma, según tus capacidades, según quién eres; incluso puedes hasta hacer el esfuerzo de mejorar algo en ti para acompañarlo, pero por mucho que te duela el pasarlo mal de esa persona, ¿puedes cambiar su situación? o ¿puedes acompañarlo desde un lugar que no es el tuyo?
Si estás en un momento de tu vida en que has de transitar desde el “quiero” al “puedo”, yo puedo darte una mano.