LA POSTA

Todos hemos visto -supongo- correr una posta de atletismos.  En todo caso, si no me doy a entender bien, ésta consiste en que un equipo de atletas corre consecutivamente, un tramo igual para cada uno de los integrantes y terminado su tramo, le entrega a quien sigue una barra cilíndrica llamada testimonio. Quien sigue, hace lo mismo hasta que el último que queda por correr en el equipo, cruza la meta. Esta carrera, rememora la forma en la que eran transmitidos los mensajes entre una ciudad y otra, particularmente en la antigua Grecia.

La posta exige a cada competidor del equipo tres tareas fundamentales, dos físicas y una interna: dar el máximo posible en el tramo que le toca correr, entregar correctamente el testimonio a quien le releve y soltar el esfuerzo, pues entregado el testimonio, el resultado final ya no depende de él.

La vida es como una posta, nuestro empeño, determinación, voluntad, trabajo perseverante ha de estar puesto totalmente en el tramo que nos toca, pero hay un espacio entre el esfuerzo personal y el resultado, que verdaderamente ya no depende de nosotros – aunque la modernidad nos ha “dado” un “poder” más allá del que realmente tenemos. 

Este tramo “más allá de nuestro esfuerzo” se puede ver reflejado cuando hemos hecho todo por lograr algo, pero un accidente inesperado, nos impide el logro final. El resto del tiempo, cuando sí cumplimos los objetivos, no somos conscientes de ese otro tramo, de aquel que está fuera de nuestro control, entonces quedamos con la ilusión de que todo fue por nuestro esfuerzo, pero esos accidentes, dejan al descubierto esa parte que escapa a nuestras manos. Por lo tanto, hemos de poner la atención en el tramo que nos corresponde correr nuestra posta, el siguiente, hemos de soltarlo, pues ya no depende de nosotros y seguir sosteniendo el testimonio sólo entorpece el logro final de nuestra posta…de nuestra vida.

Entonces, si en nuestra existencia nos esforzamos al máximo y no siempre logramos aquello por lo cual trabajamos duro, tal vez sea el momento de preguntarse honestamente y en conexión: ¿he hecho todo lo humanamente posible por lograr esto? Si la respuesta es negativa, preguntarse ¿qué me falta por hacer? Pero si la respuesta es positiva, quizás sea el momento de soltar el “testimonio” pues el tramo siguiente, ya no nos corresponde correrlo y soltarlo con la serenidad que da la confianza de haber hecho todo mientras estaba ese testimonio en nuestras manos.

Si estás en un momento en que necesitas analizar tu “posta” o requieres soltar tu “testimonio” con aceptación y serenidad, yo puedo darte una mano.

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