NIDO VACÍO

Ver a los hijos emprender sus rumbos, en realidad no deja el nido vacío, deja el nido lleno de satisfacción por haber logrado como padres, aquello para lo que trabajamos durante todos los años que estuvieron los hijos en casa: formarlos para que un día llegaran a ser lo que han sido llamados a ser.

Y cuando esto ocurre, en vez de poner la mirada en la ausencia, tal vez sea bueno poner la mirada en la satisfacción y también en el desafío que nos presenta esta etapa de la vida para nosotros como individuos, ya no como padres…poner la mirada en el paso siguiente.

Y no se trata de llenar el espacio que los hijos dejaron, se trata de encontrar un sentido a la vida, más allá de los hijos pues no sólo de esta manera es posible dejarlos verdaderamente libres para que miren hacia adelante, sino que permite independizar nuestras existencias de la labor de formadores, lo que es trascendental para la realización del sí mismo. Ideal hacer esto como una forma de vida con o sin hijos, pero cuando la paternidad consume, al menos encontrar ese sentido propio, en el momento en que nos volvemos a reencontrar con nosotros mismos.

Y de paso…. el amor deja libre y no requiere la presencia física para seguir amando y un nido donde hay amor, no es un nido vacío.

Si estás en un momento en que has de acoger este nuevo reto, el del “nido vacío”, yo puedo darte una mano.

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